
Domingo por la mañana. Apenas hube encendido la radio para enterarme de las noticias del día y fui conocedor de la misa-show que los sectores más integristas de la Iglesia iban a celebrar, como hace ya tres años, en los alrededores del estadio Santiago Bernabeu, a mi mente acudió enseguida la imagen de ese cuadro en que un par de, para la "Santa" Inquisición, "herejes" estaban esperando su turno con el sambenito puesto para ser quemados en la hoguera pública. El cuadro representa como ningún otro toda la vergüenza que un auto de fe supone. Eso es lo que para un profano ha supuesto esa misa: un verdadero auto de fe en el que a falta de reos a los que colocar el sambenito, los obispos se han tenido que conformar con que su jefe, el talibán Varela, atentase de palabra, criticando derechos como el aborto, contra todo aquello que sonase a libertad y a ampliación de derechos de minorías, sobretodo si el autor de dicha ampliación había sido el, para ellos, hereje rojo de ZP. ¡Qué poco las piaron los obispos en tiempos de un Aznar que también legisló en materia del aborto y que nos llevó velis nolis a la injusta e ilegal II Guerra del Golfo!. ¡Contra esa injusticia no se manifestaron los curitas!. Este acto que, transmitido por Popular TV, evocaba más las pasadas marchas a favor de Franco que la manifestación de los sindicatos recientemente celebrada también en la capital de España. Todo ello a pesar de la burrada dicha en Telemadrid en la que se equiparaba la manifestación sindical con las marchas franquistas.
Ítem más. La Iglesia había dicho los días anteriores que no iba a hacer política durante el acto. Resulta que el fin del mismo no es otro que promocionar "la única familia válida: la tradicional". Por tradicional se entiende la compuesta por padre, madre y más de, pongamos, tres hijos. Acaso, ¿no es esto hacer política?. No cabe mayor mentira. La frase supone además de una falta de respeto y una imposición de la familia tradicional en contra los otros tipos de familia, a saber, las que tienen tres hijos o menos y las homosexuales que, para el autor de estas líneas, también son, por supuesto, familias. Se llega, incluso, a afirmar que la aprobación por parte del Gobierno de los matrimonios homosexuales pone en grave riesgo de extinción al matrimonio tradicional. El tiempo, afortunadamente, a venido a quitar a la Iglesia la razón; ambas clases de matrimonio pueden convivir perfectamente en paz.
La verdadera Iglesia, la que está más próxima a los pobres trabajando mano a mano con ellos, no necesita de estos shows para difundir sus creencias. Cada uno en nuestra respectiva casa hacemos religión sin necesidad de tener que acudir a estos vomitivos espectáculos que alejan a una Iglesia medievalizante y ansiosa de la vuelta de la "Santa" Inquisición del pueblo y que, como éste, han sido financiados vía SMS. ¡QUÉ BIEN HUBIESE VENIDO ESE DINERO PARA PALIAR EL HAMBRE EN EL MUNDO!. ¡ESO SÍ QUE HUBIESE SIDO HACER RELIGIÓN!

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