
Sí ya sé que voy a ser uno de los pocos que ve justa la expulsión de Karmele de la pugna eurovisiva. Su canción, espantosa por cierto, no era sino mera colección de retales de otras. Cualquier parecido con una canción original, requisito para continuar en la carrera, es mera coincidencia. ¿Por qué ha causado tanto revuelo, pues?. Simplemente porque el público que ha votado a esta buena señora, que a mí (dicho sea de paso) me cae como el culo, es imbécil (dada su tendencia a dejar que otros critiquen por ellos sin tener formado un criterio propio) y se deja llevar borreguilmente por la hipocresía de la cadena generalista de Mediaset, para quien Karmele es lógicamente intocable, y que ya protestó cuando fue elegido Chiquilicuatre y que ha montado un circo por nada. Cierto es que esta señora tenía sus fans que, sin saber nada de música y sólo porque aparecía mucho en la telebasura la han votado en masa convirtiendo su canción en la más votada en la carrera por ir a Eurovisión. Si ha ido el Chiquilicuatre a este concurso que actualmente está de capa caída, ¿por qué no puede ir Karmele?. Pues no, porque no es serio. Pero, ¿lo es un festival en el que un año ganaron unos frikis de Finlandia?. Evidentemente no. Más aún cuando cada año que pasa se comprueba las nulas posibilidades de ganar, dadas las alianzas entre países escandinavos que hay. Eso no justifica el ansia de algunos por llevar un año sí y otro también a frikis. Por consiguiente, el que escribe desea , como buen español, que gane un cantante de nuestra "piel de toro" pero que lo haga con todas las de la ley: de forma seria, con una canción que merezca la pena y que, además, sea bonita y "festivalera". Ocurre, sin embargo, que, por desgracia, los frikis se resisten a desaparecer proporcionando a este Festival su penúltima puñalada trapera.

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