
A veces existen cineastas que harían también fortuna si trabajasen como adivinos. Tal cosa sucede con Rob Reiner que en su película El Presidente y Miss Wade (1995) tuvo el acierto y la suerte de predecir lo que sucedería sólo tres años después con el expresidente Bill Clinton y su becaria Mónica Lewinsky. La cinta objeto de este artículo fue emitida por la Primera a eso de la medianoche el lunes 4 de enero de 2010 lo que implicaba, como sabemos, el importante hecho de su reproducción sin ningún tipo de corte publicitario.
La película cuenta la historia de cómo el Presidente de los Estados Unidos, un viudo Andrew Sepherd, (interpretado por Michael Douglas) y una consultora de un importante grupo ecologista de nombre Sidney Wade cuyo papel recae en la actriz Anette Benning inician un romance muy particular. Si quitásemos la particularidad del cargo de Sepherd, esta relación tendría el rango de lo más normal: persona viuda inicia un idilio con una bella militante ecologista. Ocurre, sin embargo, que hay ocasiones en que convendría mantener las formas. Más aún teniendo en cuenta el conservadurismo de una sociedad norteamericana que no ve con buenos ojos, por más que Sepherd se encuentre viudo, el idilio de su presidente con una cualquiera. De otra forma se pondría en grave riesgo, tal y como se encarga de advertirle uno de sus subalternos (el interpretado por Martin Sheen), no sólo su reelección para un nuevo mandato de cuatro años sino que éste podría ir a parar a manos de su enemigo Bob, papel interpretado por Richard Dreyfuss.
Una de las virtudes de la cinta es su acertada visión de la contraposición entre lo que es anécdota y categoría. En la rueda de prensa que el presidente Sheperd para dar cuenta del ataque estadounidense a una base militar de los terroristas palestinos (categoría), los periodistas optan por preguntarle por lo anecdótico, esto es, por sus relaciones con la activista ecologista. ¡Cuánto hay en la vida de esto!. Y es que la política norteamericana, realmente, es esto: el saber conjugar tu vida privada, que en Estados Unidos interesa y mucho, con los intereses del país.
Por lo que hace a la interpretación, ésta es otra de sus virtudes. En el caso de los personajes principales, esta es de altura. Michael Douglas llega a ser creíble como presidente de los Estados Unidos. Muy logrado es ese gag en el que se presenta en una floristería y la encargada al darse cuenta de quién era la persona que había entrado no puede evitar desmayarse. También Anette Benning lo borda en su papel de amante del presidente. Como tal debe lograr que este idilio afecte lo menos posible a su trabajo. Ambos mantienen una relación simbiótica que a punto está de costarles sus respectivos empleos. De los demás, cabe señalar el impecable trabajo de Richard Dreyfuss como malo malísimo de la cinta. Del ultraconservadurismo de su personaje da cuenta el mitin en el que el propio Bob se opone a la relación de Sepherd con la ecologista bajo el pretexto de la viudez del Presidente. Otros trabajos destacables son los de Michael J. Fox y Martin Sheen como asesores del presidente. Cabe señalar lo que al propio Martin le sirvió este papel a la hora de aprender para desempeñar el personaje de Presidente de los Estados Unidos en esa magnifica serie llamada El Ala Oeste de la Casa Blanca.
En cuanto a los defectos, he de señalar, en primer lugar, el tono excesivamente dulzón y alejado de la realidad del planteamiento, lo que es común a cualquier comedia romántica que se precie. He de citar, a continuación, el caso del senador Bob que se postula antes de tiempo como candidato a Presidente de los Estados Unidos. Lo hace en el transcurso de un mitin en el que crítica la relación del presidente Sepherd con una ecologista que en sus años mozos había quemado una bandera norteamericana, hecho gravísimo para los naturales de aquel país en el que todo lo que suene a agresión contra los valores patrios es tomado muy mal. O si no me creen, pregunten a ZP que por el solo hecho de sentarse al paso de la bandera norteamericana que, en aquel entonces representaba a un país que había invadido a otro (Irak), le costó muchos años de incomunicación con los Estados Unidos del repúblicano Geoge W. Bush. Para cuando el conservador Bob hace la acusación de que Sepherd está liado con una activista que, con pruebas fotográficas, había quemado una bandera de la unión lo hace en calidad de "yo, candidato repúblicano a la presidencia de los Estados Unidos de América". Este hecho está situado a mediados de enero del año electoral. Si tenemos en cuenta que las elecciones no son hasta noviembre y que los candidatos no son elegidos hasta el verano (por esa época lo único que tendríamos serían los caucus que nos darían el nombre como mínimo de tres posibles candidatos), nos daremos cuenta de un error que si se hubiese producido por una nefasta traducción al castellano, no hubiese sido tan grave. Otra cosa sería si éste estuviese ya en la versión original. Mostraría un total desconocimiento de los guionistas del sistema político norteamericano.
La película es, en resumidas cuentas, totalmente recomendable. Logra con creces y a pesar de sus errores y de su tono excesivamente "rosa", su principal objetivo: entretener. Anticipa, ademas, lo que sólo tres años después sucedería: el escándalo Lewinsky. ¡Qué pena que, al contrario de lo que en la cinta sucede, en la realidad éste sirviese para que se abriese un proceso de impeachment contra el por entonces presidente, Bill Clinton!. Tal proceso no podría evitar su dimisión pero que sería útil, como sabemos, para que se produjese el pucherazo de las elecciones presidenciales del 2000 en el que se le robó la victoria al candidato demócrata Al Gore y el advenimiento del peor presidente, hasta la presente, de los Estados Unidos: George W. Bush. Un Bush que nos metió, velis nolis en una guerra ilegal e injusta. Incompensiblemente, para tal desatino no hubo otro proceso de impeachment. Sin embargo esto es, como podrán ver, otra historia.
MI CALIFICACIÓN: * * * (Buena)